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El ciclo del agua de lluvia en el hogar







El agua de lluvia es un recurso esencial que vuelve a revalorizarse en el tercer milenio
La intención de este artículo es brindar un esquema que reproduzca lo que hacían nuestros abuelos los días de lluvia: juntar el agua en recipientes para luego usarla con diferentes propósitos.

Pero en la actualidad esta tarea puede simplificarse haciendo uso de algunos implementos tecnológicos.

Ante todo se debe definir para que se utilizara el agua de lluvia. Se pueden presentar las siguientes alternativas:

Para alimentar un estanque: En este caso deberemos crear en su entorno condiciones que estimulen el crecimiento de algas y plantas acuáticas que sirvan de alimento a los peces y a su vez creen la vida necesaria para simular un verdadero ecosistema. Es imprescindible contar para este fin con un invernáculo. El hecho de tener una temperatura controlada y suficiente luz es fundamental para que tenga lugar el proceso fotosintético.

Para obtener agua potable: Es fundamental contar con un ambiente oscuro y fresco. Además, se debe realizar una potabilización con una etapa de filtrado a través de arena o carbón activado, hervido por más de veinte minutos y clorado. Habría igualmente otras medidas preventivas para consumo humano que describiremos con detalle en el artículo reservado a purificación.

Los materiales para construir un deposito de agua de lluvia pueden ser muy diversos. Citaremos solamente algunos:

Plásticos reforzados con fibra de vidrio: Utilizan poliéster como aglutinante y finísimas hebras de borosilicatos como refuerzo. Se recomiendan para cisternas elevadas y por ello su forma debe ser cilíndrica. Con esto las cargas internas se distribuyen uniformemente en forma radial. El refuerzo en este caso debe disponerse en enrollamientos helicoidales.

Ferrocemento; Es mucho más resistente que el hormigón para este tipo de construcciones. Es duradero y económico. Se compone de cemento y arena. Es más rico en cemento que el concreto. Una mezcla aceptable podría ser: una bolsa de cemento de 50 Kg. y entre 4 y 6 baldes de arena que debe estar ligeramente húmeda de modo que al apretarla no escurra agua. Cada balde debe tener una capacidad de 20 litros y al llenarlos se debe tener en cuenta que la arena debe estar zarandeada.

Chapa galvanizada: Es una solución práctica. Se la utiliza mucho en la pampa bonaerense. Es el típico tanque australiano. El hecho de ser una construcción modular y prefabricada, la convierte en una salida muy cómoda pero no tan económica.

Fibrocemento: Se trata de cemento reforzado con fibras de amianto que son muy peligrosas cuando se manipulan como materia prima. Esta comprobado que son cancerígenas y por ello no las recomendamos. No obstante, a pesar de que el proceso de fabricación es perjudicial para los operarios, el tanque terminado no trae aparejado ningún riesgo para el usuario.

Fuente: autosuficiencia.com.ar

Rayos ultravioletas para desinfectar y reutilizar aguas sobrantes de riego


Un equipo de científicos del Departamento de Ingeniería Rural y Agroalimentaria de la Universidad Politécnica de Valencia ha desarrollado un prototipo de proyector de rayos ultravioleta C para la desinfección y reutilización de aguas sobrantes (lixiviadas) de cultivos hidropónicos de invernaderos. La reutilización de efluentes del riego en este tipo de cultivos puede representar un ahorro de hasta un 20% tanto en agua como en fertilizantes, con la ventaja de no contaminar por ausencia de vertidos.

La novedad radica en la utilización para desinfectar los lixiviados de una radiación en vez de productos químicos -cloros y oxidantes- como se hacía hasta el momento. Se puede emplear en cualquier proceso en el que se quieran desinfectar aguas.

Según explica Carlos Adrados, coordinador del equipo de investigadores de la UPV, el ultravioleta C es una de las herramientas más eficaces para tratar aguas contaminadas. “La radiación UVC es mucho más energética, mucho más lesiva para los organismos que los rayos UVA” , apunta. Así, el proyector de UVC aprovecha esa gran cantidad de energía para distintos procesos de desinfección.

Su diseño es muy similar a las lámparas fluorescentes, y utiliza tubos de vapor de mercurio a baja presión. “Su funcionamiento es muy sencillo: consiste en una descarga en un gas que, al chocar los electrones con el mercurio que se vaporiza, desprende los ultravioletas C”, explica Carlos Adrados.

El proyector es tan efectivo como el cloro en la lucha contra patógenos Su gran ventaja es que no se ensucia, y por lo tanto tiene una efectividad total al no entrar en contacto la lámpara con los lixiviados.

Además, cabe destacar también que no se usan químicos que se tengan que almacenar o manejar, por lo tanto no afectan al medio ambiente. Asimismo, no produce ningún cambio de color, olor, ph, en la conductividad ni tampoco en la química general del agua, y además su mantenimiento es muy sencillo.

“Los tubos fluorescentes de baja presión de UVC se manifiestan como los más efectivos contra bacterias, virus, algas y hongos. El UV daña el ácido nucleico del microorganismo, incapacitándolo para reproducirse. El grado de desinfección depende de la cantidad de energía emitida por la luz ultravioleta, así como del microorganismo que necesitamos erradicar” , explica Carlos Adrados.

En los análisis para comprobar la eficacia de este equipo, los investigadores de la UPV ensayaron con dos hongos, en concreto se utilizaron dos aislados de Fusarium solani f.sp. cucurbitae raza 1 y Phytophthora capsici , variedades que normalmente se transmiten por el agua de riego.

Se obtuvo el 100 % de efectividad para dosis medias de UVC de las proporcionadas por el prototipo.

Con el fin de poder realizar tratamientos de una duración menor o igual a un segundo, los investigadores de la UPV van a dotar al prototipo de un temporizador de encendido y apagado del mismo de forma automática.

El calentamiento funde los glaciares del Pirineo

La vertiente española de los Pirineos ya sólo conserva 206 hectáreas de glaciares y son las únicas que quedan en el país, según los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.

A comienzos del siglo XX, los Pirineos albergaban alrededor de 3.300 hectáreas de glaciares, pero en la actualidad éstos únicamente cubren 390 hectáreas. De esta extensión, unas 206 hectáreas corresponden a España, y constituyen los únicos glaciares activos que persisten en la Península Ibérica.

Según una nueva publicación del Programa de Estudios de Recursos Hídricos Procedentes de la Innivación (Erhin) del Ministerio, estos aparatos glaciares, junto con un pequeño núcleo residual que se conserva en los Apeninos (el glaciar del Calderone), constituyen las reservas de hielo más meridionales de Europa.

Sus antecedentes más lejanos se encuentran en las grandes glaciaciones cuaternarias que, a lo largo del Pleistoceno (era que abarca desde hace 2 millones de años hasta hace 10.000 años), afectaron a amplias zonas del planeta, incluyendo distintas áreas montañosas de la Península Ibérica.

El último de estos periodos, denominado de forma general ‘Würm’, generó potentes mantos de hielo en el caso de la vertiente española del Pirineo. Éstos cubrieron las zonas más elevadas de la cordillera y emitieron poderosas lenguas glaciares, que en algunos casos alcanzaron hasta 40 kilómetros de longitud y tres de anchura.

Los responsables del programa Erhin del Ministerio alertan de que, “de no variar la actual tendencia regresiva” que afecta al total de áreas glaciares, este siglo (”quizá dentro de algunas décadas”) se vivirá “la total o casi total extinción de las últimas reservas de hielo del Pirineo español” y, por tanto, “una importante modificación del actual paisaje de alta montaña”.

No es la primera vez que se alerta sobre esta alarmante situación. El pasado mes de septiembre, una investigación española advirtió que, si la tendencia actual no cambia, los glaciares pirenaicos desaparecerán antes de 2050 por culpa del aumento progresivo de la temperatura (0,9º desde 1890 hasta hoy).

El investigador jefe del estudio y profesor en la Universidad de Cantabria, Juan José González Trueba, alertó que “las altas montañas son espacios especialmente sensibles a los cambios climáticos y ambientales, y dentro de ellas, la evolución de los glaciares es uno de los indicadores más eficientes que evidencia el calentamiento global que estamos viviendo”.